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Temas tratados
a titulo informativo - Consulte siempre a un medico especialista |
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ADICCIÓN A LAS DIETAS Y AL
BAJO PESO
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Tener un peso ideal es
saludable y estético si se quiere, pero cuando ese deseo se
transforma en una obsesión, entramos en terrenos muy difíciles
de tratar. .
Comentaremos un poco sobre anorexia, lamentable
estrella en la lista de los trastornos alimenticios La palabra
anorexia proviene del griego, y significa básicamente:
no-apetito.
Se caracteriza por una falta anormal del apetito, muchas veces
representado por un mal estar fisiológico, el cual una vez
superado regresa a la normalidad, o por una problemática
psicológica, generalmente centrada en un cuadro depresivo.
Esto lleva al paciente, en su mayoría mujeres adolescentes y
jóvenes, a negarse la alimentación por esta falta de apetito y
como consecuencia provocar la perdida excesiva de peso.
Hay varios tipos de anorexia psicológica:
Anorexia primaria: donde solo existe el miedo a aumentar de
peso.
Anorexia de tipo restrictivo, conocida como anorexia nerviosa,
que limita severamente la
ingestión de alimentos, especialmente de alimentos que contienen
carbohidratos y grasa.
Anorexia nerviosa secundaria, consecuencia de una enfermedad
psiquiátrica como la
esquizofrenia o
la depresión.
Purgativa y con ingesta compulsiva, también llamada bulimia;
el que la sufre, come en exceso
y luego se induce el vómito y, o toma grandes cantidades de
laxantes u otros purgantes.
Vigorexia, aquella en que el enfermo, presenta una
preocupación obsesiva por el físico y una
distorsión del
esquema corporal que le lleva a una adicción a la actividad
física (en muchos
casos, a la musculación)
Estas enfermedades son graves
y necesitan ser tratadas por profesionales, ya que en muchos
casos llevan al cuerpo a situaciones de extremo riesgo como
puede ser perdidas superiores al 30% de su peso corporal
ideal para su edad y estatura, con sus consecuencias:
problemas de frecuencia cardiaca, cambios en el estado
mental, niveles bajos de potasio, problemas mentales,
depresión grave o intentos de suicidio, entre otras tantas.
Es importante estar atentos a
nuestro alrededor para detectar cuando algún ser querido, o
uno mismo, esta actuando indebidamente frente a la
alimentación normal, ya que las consecuencias podrían ser
irreversibles.
Bulimia
Muchas veces, cuando se habla de problemas de alimentación la
gente lo asocia inmediatamente con el
sobrepeso o la obesidad,
dejando de lado enfermedades quizá mucho más importantes.
Un ejemplo de ello es la
Bulimia, enfermedad que afecta generalmente a mujeres
jóvenes, aunque también muchos hombres la tienen.
Bulimia es el nombre que se le da a la enfermedad
ocasionada por una obsesión
de una persona por tener un cuerpo “perfecto”, controlando
excesivamente su peso y su aspecto físico.
La Bulimia se distingue del resto de las enfermedades,
puesto que no niegan la comida, sino que luego de un atracón,
se sienten culpables y deciden provocar vómitos para revertir
la situación, lo que termina causando
daños en sus
dientes, problemas
gastrointestinales y
bajo contenido de potasio en la sangre.
Una persona con Bulimia presenta en muchas ocasiones,
periodos de depresión importantes,
los cuales deben ser tratados con medicación, y es recomendado
que acudan a terapias grupales.
FUENTE:
adelgazando.org
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Fotos de Google
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Ser flaca, una
obsesión que ya empieza a los 11 años
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Para el diario
argentino Clarín, aumentaron las consultas en los servicios de nutrición de los
hospitales y en consultorios privados. Antes, el fantasma de la obesidad
aparecía recién a los 14.
La escena se repite. La mamá, de aspecto joven y paso decidido, trae a su hija
de 11 o 12 años: la cabeza gacha, jeans de botamanga ancha y tiro corto,
infaltable bufanda, y sepultada por varias capas de ropa floja. Llegan al
consultorio del nutricionista corridas por el fantasma de la obesidad. "La
traigo a la consulta para que adelgace antes de que le venga la menstruación",
explica la mamá señalando a su nena que, de golpe, ha perdido la cintura y está
"redondita".
En los consultorios privados y en los servicios de nutrición de los hospitales
aumentó la consulta en nenas de 11 y 12 años. Por influencia de una cultura
donde las modelos de éxito son cada vez más flacas y cada vez más jóvenes, el
cambio de las formas femeninas por el aumento del tejido graso —normal en el
desarrollo puberal— se transformó en un frecuente motivo de consulta de la madre
y la hija por "verse gorda".
A pesar de que en la Argentina faltan las estadísticas y abunda el subregistro,
para los profesionales que trabajan el tema desde hace años, el cambio es
significativo. En el Hospital Ramos Mejía la edad de inicio está bajando:
"Siempre hubo dos picos, a los 14 años y a los 18, pero ahora consultan chicas
de 11, 12 y 13 años preocupadas por la imagen, el peso, el rollito o la panza",
explica Graciela Ortensi, médica de la Unidad de Nutrición.
La médica de adolescentes Ana María Armatta, del Servicio de Nutrición del
Hospital Cosme Argerich, va más allá: "A consecuencia de la mala alimentación y
de la falta de consumo mínimo de calcio recomendado por la Organización Mundial
de la Salud, ahora comienza a hablarse en la Argentina de Osteoporosis
Pediátrica".
"La sociedad desconoce que de la formación de calcio desde la gestación, la
infancia y la adolescencia depende la formación de masa ósea para el resto de la
vida. Y, en este sentido, la adolescencia —advierte— es la última oportunidad
para evitar una osteoporosis precoz".
La sombra de la enfermedad es la cara oculta de ese ideal de belleza que
atormenta hoy en el mundo a millones de jovencitas. Yanina, 13 años, alumna de
1er. año del Instituto San Ramón Nonato, daría la vida por entrar en un pantalón
talle 32. Para medir su sufrimiento relata esta escena. Ella y su amiga Maia
frente al espejo, antes de salir a bailar: "Mirá mis piernas". "Mirá las mías".
"Yo me rebanaría todo este costado". "Y yo aquí, mirá todo lo que me sobra". "No
vayamos".
Yanina mide 1,63 y, como su mamá, tiene lo que los señores llaman "buenas
formas". Pero no termina de aceptarlo. Con sólo mirar la foto de las chicas de
las revistas, cualquier mínimo de autoestima se derrumba: esa panza chata, esas
piernas larguísimas y esa cintura imposible... "Vos las mirás y ya no volvés a
sentirte linda ni aunque hayas bajado del talle 38 al 36 y aunque la gente te
diga ¡Estás más linda! Aunque te lo digan, vos no les creés".
La vida por un extra small
El fenómeno se da en todos los niveles sociales. Una investigación realizada por
la pediatra Gladys Guarrera, miembro de la Sociedad Argentina de Obesidad y
Trastornos Alimentarios (SAOTA) y directora de un Centro de Atención Primaria
del partido bonaerense de San Fernando, determinó que la preocupación por "verse
mejor, asociado directamente con estar más flacas" afecta por igual a todas los
alumnas de entre 11 y 16 años de las 40 escuelas del partido: a las que viven en
barrios carenciados y a las que disfrutan de grandes casas en los exclusivos
clubes náuticos.
"La delgadez como meta está directamente relacionada con el modelo de mu jer
exitosa: delgada, alta y rubia. Y, en este sentido, el razonamiento de las
chicas de menores recursos es tan simple como real: "No tengo dinero, quizá no
tenga altura, podré teñirme de rubia alguna vez... Pero, lo que sí puedo hacer
para pertenecer a ese círculo es adelgazar".
Ellas suponen, y sus madres también, que una mejor figura puede ayudarlas a
lograr un ascenso social. Y esto es así sin importar cuál sea la medida del
éxito: tanto para ser promotora como para atender las mesas de un café o,
incluso, para manejar la caja en un supermercado, "las chicas con buen cuerpo"
corren con ventaja.
Una locura social
Ellas no están locas. Más bien sufren de puro adaptadas a una cultura que, en
nombre del éxito, encorseta la cabeza de hombres y mujeres. "Nosotros vemos que
los chicos empiezan más chicos a preocuparse por la moda, la ropa, las salidas,
los bailes y la imagen", explica Graciela Chemerinskky, psicóloga de la Nueva
Escuela Argentina 2000.
Y agrega: "Las chicas de 8 años, por ejemplo, leen la revista Rebelde Way donde,
en nota de tapa, la actriz dice: 'A mí no me va el sexo sin amor'. Esa no es una
inquietud genuina y natural de las nenas de 8 años. Desde muy chicas reciben un
bombardeo que les hace plantearse temáticas que las exceden y las angustian,
porque todavía no están preparadas para enfrentarlas".
Las chicas de escuelas primarias muestran cómo la preocupación por estar flacas
les viene de afuera. Ellas aseguran que no les importa ser gordas, bajas o tener
aparatos en los dientes, pero todas odian que sus compañeras las carguen. Y
protestan porque cuando van a comprarse ropa todas las prendas parecen diseñadas
para chicas "flaquitas y de piernas largas". Como Noelia, de 10 años, alumna de
4° grado de la Escuela N° 17 de San Cristóbal, que asegura que nunca se preocupó
por su cuerpo hasta que sus compañeras empezaron a decirle "gorda".
Victoria, 12 años, alumna de la Nueva Escuela Argentina 2000, tampoco se lleva
del todo bien con el espejo: "Veo que me sobra panza. Me gustaría ser más
flaquita pero no escuálida: quisiera ser normal". Y Lucía, en 7° grado de la
Escuela N° 15, de Flores, confiesa que quiere "estar chata de panza para usar la
biquini (en su viaje de egresados a Córdoba), pero es difícil cuando tenés
abuelas que siempre te traen golosinas de regalo"
Esta preocupación trasciende las fronteras, según muestran dos investigaciones
científicas:
Entre 737 adolescentes de 14 años de la ciudad de Braga, en Portugal, se
registró una prevalencia de obesidad de sólo un 1,4%. Sin embargo, el 63% no
está conforme con su cuerpo; el 13,5% quiere bajar de peso; y un 10,5% hace
dieta.
En los Estados Unidos, un estudio realizado en 2002 por la doctora Neumark-Sztainer
entre 4.746 alumnos del ciclo básico y el secundario, mostró que un 57% de las
chicas hizo ayuno, dietas, utilizó sustitutos alimentarios como Slim-Fast o fumó
más cigarrillos para bajar de peso; y un 12% recurrió a medidas extremas para
adelgazar, como pastillas, los vómitos autoprovocados o el uso de laxantes y
diuréticos.
La presión de la discriminación contamina toda la vida. Un estudio realizado por
la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios fue más que
evidente: pasaron el audio de la entrevista donde dos mujeres se postulaban para
un puesto de secretaria. Después de que los participantes formaran en sus
cabezas una imagen de cada una —a través del relato de sus currículum y
aspiraciones—, se mostró la imagen de dos mujeres, una obesa y una delgada, y se
pidió que identificaran la persona a la que habían elegido por el audio. El
prejuicio tiñó el 100% de las elecciones: todos señalaron a la delgada como
dueña de la mejor calificación cuando, en la realidad, la persona obesa era la
que habían elegido por sus condiciones profesionales.
No todas las chicas que hacen dieta tienen un trastorno alimentario, ni todas
las chicas que tienen un trastorno alimentario son bulímicas o anoréxicas. Entre
éstas hay diferencias de grado. Sin embargo, a veces resulta muy difícil para
las madres reconocer los síntomas de una enfermedad en ciernes. Las chicas lo
sufren en secreto.
La real dimensión del sufrimiento de la enfermedad declarada puede leerse en los
testimonios que intercambian las chicas en uno de los tantos foros de Bulimia y
Anorexia, en Internet. Como el que escribió la mexicana Pale: "Hola, creo que
soy como muchas de ustedes. Cuando yo era niña todos me decían gorda y aún tengo
un primo que lo sigue haciendo, lo cual me causa un trauma. Mido 1,58 y peso 53
kg. La verdad es que me veo supergorda a pesar de que todos me dicen lo
contrario. Me veo muy pálida, mi cabello cada vez es menos, mis ojos ya no son
tan blancos, vomito y creo que ahora ya perdí 'mi regla'. Quisiera que alguien
me escribiera y me diera su opinión o algo similar".
O, como escribió Alejandra, a las 2.30 de la mañana, desde la computadora de su
casa, en Buenos Aires. Todo en letras mayúsculas: "¡Por Dios, prefiero ser
delgada aunque muerta, que ser viva pero gorda. Esto no es bueno. Yo lo sé, pero
¿acaso es bueno que la gente se burle de los gordos?".
La médica de adolescentes Ana María Armatta dice que la prevención es
fundamental. Y señala el gráfico de los Estadios de Tanner, que pauta la
evolución normal en la pubertad.
Las mamás deben saber que:
Desde los 8 o 9 años, edad en que comienza el desarrollo prepuberal hasta la
primera menstruación, tiene que haber un crecimiento importante del tejido graso
(alrededor de 8 o 9 kilos de peso). Esta grasa (estrogénica) se ubica
fundamentalmente en muslos, cola y caderas y es la que prepara al cuerpo para el
desarrollo. La falta de cintura y la redondez repentina son transitorias y
necesarias: por cada kilo que se suma en esa etapa hay un cm por crecer después
de la menstruación.
La voracidad forma parte de la velocidad del crecimiento. Hacer dieta para
adelgazar en esta etapa implica riesgos. Sin una alimentación adaptada a los
requerimientos del desarrollo puberal hay peligro de osteoporosis precoz, anemia
y retraso del desarrollo.
¿Qué se esconde detrás de una chica obsesionada por la delgadez? Para Mabel
Bello, jefa de Salud Mental del Hospital de Gastroenterología y consultora
médica de ALUBA (Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia), "se puede
ver muy claramente entre las chicas de 9 años que no quieren crecer. Tienen
mucho miedo a las responsabilidades de los adultos; adoran su cuaderno de
colegio de 3er. grado y su jean de los seis años. Como son muy dependientes y
generan una mamá sobreprotectora, hay entre ambas una relación 'enfermiza' muy
difícil de penetrar".
"Por lo general, detrás de esta obsesión por controlar el peso hay un miedo
enorme frente a las exigencias del mundo —explica Bello—. Son chicas exigentes
consigo mismas, con altas calificaciones en el colegio, pero con pocos amigos.
Por eso es importante que los padres aprendan a escuchar sus angustias y que no
sólo se enorgullezcan de lo que hacen bien sino que las ayuden a lograr un
balance de sus talentos."
¿Cómo parar esta locura? Para el psiquiatra y psicoanalista Humberto Persano,
especialista en niños y adolescentes y titular de Psicología de la Nutrición en
Medicina (UBA), el mercado, en su afán de ampliar ganancias, opera sobre el
deseo de las chicas, empujándolas hacia el lugar del ideal, al punto de que
logró hacer desaparecer la "edad del pavo".
"Esto es difícil de manejar porque no actúa directamente sobre la mente de los
niños sino a través de una trama muy compleja que opera sobre los ideales de
cada familia. Como también las mamás y los papás son víctimas de esa cultura,
las familias no resultan hoy un tamiz lo suficientemente fuerte como para
proteger a los niños en esta etapa tan importante de sus vidas", explica.
Incluso, hasta con las mejores intenciones, algunas mamás no se dan cuenta de
que persiguiendo un ideal estético —en muchos casos inalcanzable— no disfrutan
de la relación con sus hijas y las condenan a un sufrimiento de por vida.
"Aceptar esto sería una muy buena oportunidad para aprender algo olvidado
—admite Persano—. Que para ser feliz, el cuerpo, lejos de ser fuente de
preocupación y de trabajo, debe ser una fuente de disfrute".
FUENTE:
gordos.com
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