Versículo 1
Este
proverbio dice literalmente: «El
que ama la instrucción (hebr.
musar, disciplina, corrección),
ama el conocimiento, y el
que odia la reprensión (hebr.
thokhájat, reproche,
reconvención) (es un) bruto».
Puede traducirse invirtiendo los
términos de la frase: «El que ama
el conocimiento, ama la instrucción,
y el que es bruto odia la
reprensión». La idea no cambia
por eso, ya que el sentido es
siempre el siguiente: El que quiere
conocer, desea ser instruido y
corregido; mientras que el que odia
la reprensión, demuestra ser una
persona en la que los instintos
propios del animal prevalecen sobre
los elementos espirituales.
Versículo 2
Nuestro
Padre Celestial juzga especialmente
a sus hijos por el modo como se
comportan con sus hermanos (comp. 1
Jn. 4:20); por consiguiente, un
hombre bueno, misericordioso,
caritativo, bienhechor, atrae
sobre sí el favor de Yahweh,
pero Yahweh condenará, como
indigno de obtener un lugar en su
reino, al malvado que maquina
intrigas contra su prójimo.
Versículo 3
Aunque
los malos lleguen a prosperar por
medio de sus pecaminosas artes, no
pueden asegurarse, afianzarse,
echar raíces, por medio de la
impiedad. Aunque lleguen a
colocarse en altos lugares, de
cierto les serán por deslizaderos
(Sal. 73:18). Los justos,
en cambio, por poco que posean en
este mundo, se mantendrán firmes,
pues gozan de buenas raíces.
Versículo 4
El que
ha sido bendecido con una buena
esposa puede sentirse tan feliz como
si estuviese sentado en un trono,
pues ella le sirve de corona.
El vocablo hebreo para virtuosa
(mejor, hacendosa) es el
mismo de 31:10 y comprende las
cualidades de virtud moral y
capacidad mental sana. Estas
cualidades se describen en detalle
en 31:11 y ss. Es una mujer piadosa,
prudente, activa para el bien,
consciente de su deber, que puede
soportar adversidades sin
descomponerse, fiel a su marido y
educadora, con el ejemplo y la
palabra, de sus hijos y criados. Por
el contrario, una mala esposa no
puede ser descrita con mejor acierto
que como carcoma en los huesos
del marido, una enfermedad
incurable, pues es necia, perezosa,
derrochadora, caprichosa y de mala
lengua, con lo que arruina el
prestigio y el bienestar de su
marido.
Versículo 5
Se
equivoca quien se imagina que el
pensamiento es libre de toda norma
de moralidad, pues el pecado se
origina en el corazón (V. Mt.
15:19) y Dios ve y juzga el
corazón. Un hombre bueno puede ser
tentado a pensar mal, pero no presta
su consentimiento al mal. Puede
escapársele una palabra o acto fuera
de lugar, fuera de tiempo, fuera de
orden y propósito; pero sólo el
malvado piensa y obra con engaño,
con plena intención de hacer el
mal.
Versículo 6
En el
versículo precedente, se comparan
los pensamientos del justo y
del malvado.
En éste,
se comparan sus palabras.
Ciertamente son malos aquellos cuyas
palabras son asechanza para
derramar sangre; su lengua es
como espada dirigida contra los que
se cruzan en su camino, los buenos a
quienes ellos odian y persiguen (v.
por ej. Lc. 20:20,21). En especial
(y éste parece ser el sentido
preciso del proverbio), los malvados
están prestos a dar falso testimonio
para que se condene al inocente,
mientras que los justos dicen la
verdad en el juicio y, de este modo,
lo ponen a salvo.
Versículo 7
«Trastornar (lit.) a los
malvados y (ya) no son (lit.)»
(comp. con 10:25). La idea es
que, una vez trastornados, se
acabaron; no pueden ya recuperarse.
Están en tal deslizadero, que al
menor golpe de adversidad se vienen
abajo.
En
cambio, la casa de los justos
permanecerá firme. Aunque la
muerte se los lleve de allí, sus
familias quedarán en la casa, es
decir, serán preservadas.
Versículo 8
La mejor
reputación es la que se adquiere con
la virtud y una conducta prudente:
El hombre es alabado, no de
acuerdo con su riqueza ni su
posición social, sino según su
sabiduría. Por otro lado, el
peor de los menosprecios es el que
se merece con la maldad, la cual
desvía al hombre por caminos
tortuosos.
Versículo 9
Hay
algunos tan necios que se jactan
de lo que no son ni tienen, a
fin de alternar con los de alta
posición, con lo que gastan en cosas
superfluas lo que necesitarían
emplear para vivir. Se visten así
con plumas de pavo real cuando no
llegan ni a gallos, expuestos
siempre a quedar desplumados en
plena calle, pues, por lo regular,
contraen grandes deudas. En cambio,
hay otros que parecen de baja
condición, que se les desprecia como
a menesterosos y, sin embargo, están
abastecidos no sólo de lo necesario,
sino también de lo conveniente; no
sólo se alimentan bien, sino que
tienen hasta un criado.
Sin embargo -nota del traductor-, el
hebreo ebed lo puede
traducirse mejor, como lo pide el
paralelismo, se sirve a sí mismo;
en otras palabras, ejecuta las
tareas humildes que suelen
encomendarse á los criados.
Versículo 10
Un
hombre verdaderamente bueno es
compasivo y cuida del sustento de
sus bestias, no sólo porque
están a su servicio, sino porque son
criaturas de Dios, de las que Dios
mismo cuida (Sal. 104:14, 27). Se
les debe dar, pues, suficiente
alimento, descanso y buen trato.
Balaam fue reprendido por golpear a
su asna. La ley se ocupaba también
del buen trato que se ha de dar a
los bueyes (Dt. 25:4). En
cambio, el malvado muestra su
crueldad incluso con los animales,
pues carece enteramente de
compasión.
Versículo 11
Es
propio de sabios, y aun de prudentes
que carecen de grandes
conocimientos, buscar un oficio que
sea apropiado a las cualidades que
poseen y de este modo, con la
bendición de Dios, ganarse el pan de
cada día. Estar ocupado en un oficio
honesto es el mejor modo de estar
sano de cuerpo y mente. «Guarda tu
tienda y tu tienda te guardará»,
dice un adagio inglés. En cambio, es
señal de necedad ir a caza de
naderías, pasar el tiempo en
tonterías que nada producen, con lo
que muchas personas, aún jóvenes y
suficientemente fuertes, se
convierten en parásitos de la
sociedad, pues roban el pan de la
boca de otros.
Versículo 12
La
traducción más probable del primer
estico es la siguiente: «El
malvado codicia el fortín de los
malos». Comenta concisamente
Ryrie:
«El
malvado codicia el fortín de otros
malvados, a fin de fortalecer su
propia posición». También Cohen da
como probable esta versión. Así,
mientras el justo da buen fruto
para beneficio de otros y gloria
de Dios (Ro. 14:6), el impío desea
el mal de los demás, incluso de los
que son tan malos como él.
Versículo 13
Muchas
personas han pagado muy caro en este
mundo por haber dicho lo que no
debían, quedando al fin enredados
por no haber puesto freno a su
lengua (Sal. 64:8). En cambio, el
justo habla lo necesario y lo
verdadero, por lo que, a causa de la
prudencia de sus labios, queda
finalmente vindicado, pues la verdad
acaba por abrirse paso y Dios viene
también en ayuda de él.
Versículo 14
Hasta
las buenas palabras producen su
fruto. Con sus prudentes
consejos y su conversación
edificante, el hombre bueno, además
de la satisfacción del deber
cumplido, obtiene muchos otros
bienes aun en este mundo. También
las buenas palabras son buenas
obras, las cuales tienen su
recompensa (Ap. 14:13).
Versículo 15
El necio
piensa que tiene razón en todo lo
que dice y hace y, por eso, no busca
ni recibe buenos consejos. En
cambio, el prudente desea que se le
aconseje y corrija, pues desconfía
de sí mismo y tiene interés en
aprender. El mayor defecto de muchos
que se tienen, y son tenidos, por
sabios es que se obstinan en sus
opiniones y se niegan a escuchar las
razones de otros; con ello, se
privan del mejor medio de aprender
más y más.
Versículo 16
La
pasión es loca, por lo que muchos
hombres de ganado prestigio lo
pierden en un momento por no saber
refrenar su enojo, mientras que un
hombre prudente y ecuánime no hace
caso del insulto y se evita
pendencias y peores males. Es un
pacificador (Mt. 5:9),
digno de ser llamado ‘hijo de
Dios’, del Dios de paz
(Fil. 4:9). No hay nadie tan ‘señor’
como el que sabe dominarse a sí
mismo. Dice el Talmud: ‘Dichoso el
que oye y se hace el sordo; cien
males le pasarán por alto’.
Versículo 17
El que
respira (lit.) verdad
(comp. con Hch. 9:1), declara lo
que es justo, es decir, llamado
a dar testimonio ante un tribunal
(en este sentido se usa el verbo
hebreo en 6:19; 14:4, 25; 19:5,
9), dice siempre la verdad,
porque la ‘respira’ tanto
ante los tribunales como en las
conversaciones ordinarias. Lo
contrario del que declara lo que
es falso, mostrando así tener un
espíritu mentiroso.
Versículo 18
La
lengua es muerte o vida, veneno o
medicina, según se use. Las
calumnias hieren, como una
espada, la reputación de
aquellos contra quienes se
profieren. Con un susurro o una mala
insinuación (hasta con silencios
calculados) se dividen y quedan
cortados los lazos del amor y de la
amistad, y se separan quienes han
sido íntimos amigos o cercanos
parientes. En cambio, hay palabras
que curan, incluso
físicamente (por eso, el Prof. Laín
Entralgo insistía en la eficacia de
la ‘logoterapia’); en todo caso,
pueden sanar las heridas que haya
causado una lengua ponzoñosa y
restaurar así la paz, persuadiendo a
los enemistados a que se
reconcilien.
Versículo 19
El labio
veraz participa de la veracidad
de Dios y, por eso, permanece
para siempre. Lo que es verdad,
siempre ha sido, es y será verdad;
puede uno fiarse de ello. En cambio,
la lengua mentirosa sólo
puede sostenerse por un momento,
ya que, no teniendo consistencia
en sí misma, acaba por ser
descubierta. En efecto, una mentira
necesita de muchas otras para
sostenerse; y esto es muy difícil,
pues su falta de cohesión conduce a
afirmaciones contradictorias; por
eso, se dice que «antes se da
alcance a un mentiroso que a un
cojo».
Versículo 20
Hay
engaño (lit.) en el corazón
de los que maquinan el mal; es
decir, los que traman el mal tienen
el corazón lleno de engaño y, como
advierte Cohen, ‘donde existe esta
mala cualidad, no cabe tranquilidad
mental, que es un constitutivo
esencial de la dicha personal’. Por
otro lado, los consejeros de paz
(lit.) disfrutan de alegría,
pues no hay mayor gozo para los
amantes de la paz que el verla
conseguida. Recuérdese de nuevo Mt.
5:9.
Versículo 21
Al
hombre realmente justo puede
llegarle alguna ‘desdicha’, pero no
una ‘desgracia’, un verdadero ‘mal’
(v. Sal. 9 1:10). Dios, por medio de
su providencia y de su gracia, los
guardará de forma que no sucumban
bajo la tentación ni sean abrumados
por la adversidad, pues todas las
cosas cooperan para bien de ellos (Ro.
8:28). En cambio, los malvados
serán colmados de males (comp.
Sal. 32:10), pues los que se
deleitan en el mal, bien está que se
sacien de mal.
Versículo 22
La idea
de este versículo se repite en otros
lugares (V. especialmente 11;20).
Una vez más vemos que Dios se
deleita en la veracidad, en la
sinceridad, mientras abomino
la mentira. La mentira es, no
sólo algo abominable para Dios, sino
también un elemento destructor de la
sociedad.
Versículo 23
Este
versículo es, a primera vista, una
alabanza del cauto y una
descalificación del imprudente, pero
se entiende mejor a la luz de 11:13
y 20:19.
Se
trata, pues, de ‘encubrir’ u
‘ocultar’, no el saber, sino lo que
puede hacer daño, aunque se trate de
hechos verdaderos. En cambio, el
necio descubre su propia necedad
proclamando a los cuatro vientos lo
que ha visto u oído, sin percatarse
del daño que puede causar.
Versículo 24
La
laboriosidad es el medio legítimo
para alcanzar promoción. Salomón
promovió a Jeroboam porque vio que
era ‘hombre activo’ (1 R.
11:28), es decir, laborioso. Quienes
son diligentes desde su juventud
podrán llegar a conseguir la
capacidad de gobernar a otros. En
cambio, la negligencia es el
camino hacia la indigencia y la
esclavitud. Y cuanto más importante
es para el bien común el oficio,
tanto más reprensible es la
negligencia en el mismo.
Versículo 25
Causa, y
efecto, de la melancolía es la
congoja en el corazón; es como
un peso que agobia, abruma, postra y
hunde ¿Cómo se cura este mal? Con
una palabra buena, es decir,
amable, afectuosa, alentadora. La
palabra de Dios, especialmente en el
evangelio, es fuente de alegría para
los corazones acongojados y
fatigados (v. Mt. 11:28).
Versículo 26
La
primera parte de este versículo es
difícil de traducir. La versión más
probable es: «Que el justo
investigue [su camino observando
(mejor que, consultando)] a su
prójimo», mientras que «el
camino de los malvados les hace
errar». Comenta Ryrie: ‘la
investigación es necesaria, porque
el camino del impío conduce al
error’. A él le parece que es buen
camino, pero se equivoca
lamentablemente.
Versículo 27
Este es
otro versículo difícil de traducir,
en parte porque el verbo que se
traduce por «asar» es la única vez
que sale en la Biblia. La versión
más probable es la que ofrece la
New International Versión: «El
perezoso no asa su caza, pero el
diligente estima sus posesiones».
El sentido es el siguiente: El
perezoso, aunque llegue a cazar una
pieza, es demasiado indolente para
ponerse a asarla; es incluso posible
que llegue antes otro a recogerla;
en cambio, el diligente pone interés
en lo que posee, porque para él es
como un tesoro; reconoce en ello la
mano y la bendición de Dios, y le
saca provecho para sí y para su
familia.
Versículo 28
La
versión correcta de este versículo
es como sigue: «En la senda de la
justicia hay vida, y el camino de
esa vereda es no muerte». El
propio rabino Cohen admite que ‘esto
solamente puede ser una alusión a la
inmortalidad que sigue al final de
una vida justa en este mundo’. Sin
embargo, muchos MSS hebreos puntúan
de distinta forma el adverbio hebreo
al, no, haciendo que se lea
el, con lo que el sentido
cambia por completo y, por cierto
-nota del traductor- más en
consonancia con todo el resto del
versículo. La 2a. parte
se leería, sin ningún trastorno
gramatical ni de sentido del modo
siguiente: «Y hay un camino
(el del error) que es una vereda
hacia la muerte».